Muñoz Molina amosa a súa paixón por Caravaggio neste artigo publicado no xornal "El País" en xuño do 2009.
Vuelvo
a Roma diciéndome que esta vez no me voy a perder los cuadros de
Caravaggio en la iglesia de San Luis de los Franceses, especialmente
uno, la Vocación
de San Mateo,
que es una de las pinturas que más me conmueven en el mundo, aunque
no la he visto nunca de verdad. La tengo en una postal pegada sobre
mi escritorio, como un recuerdo de Caravaggio y también de la
persona tan querida que me la envió, sabiendo cuánto me gustaba. La
he estudiado en reproducciones, fijándome en esa luz sobrenatural
que la atraviesa, en la penumbra de fondo en la que debió de fijarse
tan atentamente Velázquez en sus viajes a Roma.